Blog de Ignacio Fernández

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sábado, 26 de septiembre de 2020

XI Premio Diálogo

 


Muy agradecidos estamos en la Fundación Jesús Pereda por la asistencia a este acto. No habrá sido fácil seguramente, a pesar de las emociones que nos animan. Casi nada es fácil en estos últimos tiempos. Ni siquiera ha resultado sencillo el proceso que ha seguido esta undécima convocatoria de los Premios Diálogo. En primer lugar porque hubo de retrasarse dicha convocatoria a causa del acuartelamiento que vivimos en primavera; en segundo lugar, porque no fue posible por eso mismo fallarlos y entregarlos antes del verano, como era nuestra costumbre; y en tercer lugar, porque hasta el último momento hemos dudado sobre si sería posible llevar a cabo esta ceremonia en condiciones.

 

En fin, el caso es que aquí estamos y nos felicitamos por ello y felicitamos a quienes hoy reconocemos con un galardón modesto pero que gana sonoridad y prestigio año tras año. Son esas personas y entidades que los jurados destacan las que nos conceden la sonoridad y el prestigio. A todas ellas se sumarán hoy, como veremos más adelante, nuevos nombres y nuevas acciones comprometidas con la cultura en muy diversas expresiones, que es lo que al cabo nos une.

 

Ese compromiso cultural, con acento evidentemente social, es lo que determina, edición tras edición, la senda de estos premios, algo que en este bárbaro 2020 es aún más decisivo que nunca. El año, como bien sabemos, se detuvo y nos detuvo y no están claros todavía los derroteros que vendrán. También la programación de la Fundación ha vivido en stand by durante unos meses y, de hecho, este acto nos devuelve por fin a la palestra pública tras asomarnos a la luz levemente con una de nuestras exposiciones en Zamora y en Ávila. Sin embargo, no hemos permanecido inactivos, porque no todo en nosotros es tan vistoso como lo que hoy aquí nos trae. Quiero resaltar, porque muy a cuento viene, que los meses de apartamiento los hemos empleado, entre otras cosas, en elaborar y dar a conocer el segundo estudio sobre La Cultura en Castilla y León, un trabajo del que estamos muy satisfechos, para el que en este caso hemos contado además con colaboraciones de terceras personas de gran altura, que es lo que también solemos perseguir en todo cuanto nos proponemos: complicidades.

 


Citamos ese estudio en este momento porque lo que nos ha vuelto a descubrir, si necesario fuera decirlo, es la desdichada situación general de la cultura y su necesaria reivindicación. Conste que la desdicha no deriva solo de la enfermedad, lo cual no sería, no es, poca cosa, sino que es producto sobre todo de una década perdida para los asuntos culturales así en el impulso público como en la iniciativa privada, así en el peso de la industria como tal en el conjunto como en el reconocimiento que nos merece. Lo cual contrasta –también lo sabemos– con la ebullición de propuestas y el dinamismo de los individuos que las alumbran. Lo comprobamos incluso con exceso durante los largos días de enclaustramiento, cuando las manifestaciones culturales, o pretendidamente culturales, fueron en muchas ocasiones un importante impulso vital.

 

Estos premios nuestros, como al cabo toda nuestra tarea, también ese estudio citado, son la contribución humilde de un sindicato como Comisiones Obreras a ese espacio creativo y productivo con el que siempre hemos estado vinculados. Aparte de otras consideraciones, para nosotros la cultura es trabajo, en muchos casos un trabajo que se escapa de casi todos los moldes formales, bien está que así sea, y su justa valoración y la defensa de su dignidad nos mueven ante todo. No es acción sindical lo que la Fundación Jesús Pereda lleva a cabo, hay otras estructuras para ello, pero nadie dude tampoco de cuál es nuestra identidad primera, sobre la que se levanta toda nuestra producción. También estos premios, por supuesto.

 

A ello voy para rematar esta intervención, aunque me anticipe a la lectura del acta del jurado. Había un clamor sostenido a favor de Jesús Anta en los mentideros locales que por fin se ve atendido. Como sucediera en los dos últimos años con Serafín de Tapia o Sara Tapia, en Ávila y en Burgos, lo local es lo universal, la ciudad es el mundo y la labor perseverante de las personas engrandecen a las sociedades más allá de su límite natural. Así lo entendemos. Por eso mismo resaltamos también el trabajo de difusión que llevan a cabo firmas tan discretas y rigurosas como imprescindibles en el marasmo de la información; lo hicimos con la revista digital leonesa Tam Tam Press en 2015 y lo hacemos ahora con la revista vallisoletana Átticus. Finalmente, jugando una vez más con lo local y todas sus infinitas periferias, el Ballet Contemporáneo de Burgos y el Centro Cultural El Casino de Santa Colomba de Somoza culminan, a nuestro modo de ver, la trascendencia que acciones en apariencia singulares tienen sobre el colectivo que los rodea. Así crecemos. Todos ellos recibirán su “Dialoguín”, como lo bautizaron un año atrás en la ceremonia que tuvo lugar en Burgos, esa pieza artesana debida al buen hacer de José Oré, cuya galería merece ser visitada en Castrillo de los Polvazares.

 

Todos ellos, todas ellas, como señalan las bases de este certamen, son personas que han favorecido un avance social y cultural en nuestra Comunidad Autónoma o que han superado las fronteras de la misma, abanderando los valores de la diversidad y la defensa de los derechos sociales y culturales a través de su trabajo. No otra es, modestamente, la misión y la devoción de la Fundación Jesús Pereda de Comisiones Obreras de Castilla y León.

 


Texto leído en la entrega de los XI Premios Diálogo de la Fundación Jesús Pereda, Valladolid 25 septiembre 2020

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