Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 1 de diciembre de 2024

Esperanzas

            Muy mal debe de andar el mundo para que la esperanza se haya puesto tan de moda en nuestras librerías. Sin agotar el catálogo, a lo largo de este año que agoniza se han editado al menos los siguientes libros: “La esperanza no defrauda nunca” del Papa Francisco; “El espíritu de las esperanzas” de Byung-Chun Han; “Revolución, rebeldía y esperanza” firmado por varios autores; también, pero por varias autoras, “Futuro con esperanza: mujeres actuando ante el cambio climático”; “Hispanoamérica: canto de vida y esperanza” de José Luis López-Linares; “Esta vana esperanza” de Emili Albi; “Jonás y la esperanza” de Juan Carlos Rodríguez Torres; “Una idea de esperanza” de Ximo Puig; y el libro de conversaciones entre el músico Nick Cave y el periodista Sean O'Hagan titulado “Fe, esperanza y carnicería”.

 

            También nosotros hemos sido insistentes desde esta columna y es ya la tercera vez que nos dedicamos a opinar acerca de ese estado de ánimo, virtud o ilusión, seguramente siempre sin éxito. Por eso lo del plural del título: van ya muchas esperanzas, tantas como las que se nos fueron disolviendo por el camino. Porque la esperanza tiene eso precisamente, se disuelve, la realidad es siempre mucho más sólida y acaba imponiendo su ley. Recuerdo cómo en el año 1982 se decía que los españoles y españolas habían votado a Felipe González con esperanza y quizá por eso lo que siguió después fue el desencanto. Nadie dijo lo mismo cuando se votó a Zapatero, como mucho alguien se atrevió a afirmar que se había obrado con expectativas, algo mucho más físico y medible. Tal vez por ello el sentimiento posterior no fue el mismo. Son sólo ejemplos, pero suficientes para explicar el sentido corrosivo del término. De modo que si ahora volvemos a alardear de esperanzas, más vale que nos vayamos preparando para el desengaño. O mucho mejor, si tenemos los pies en el suelo, que nos armemos con otras herramientas más sensatas y efectivas frente a cuanto nos toca vivir en estos tiempos en verdad desaforados.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 1 diciembre 2024

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