Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 23 de noviembre de 2025

Atropellos

            Se confirma en nuestros municipios la implantación, con matices, de eso que ha venido a llamarse zonas de bajas emisiones, es decir, áreas urbanas donde se restringe el acceso a determinados vehículos contaminantes. Se trata de reducir la polución del aire en esos espacios, lo que redundará al parecer en una mayor calidad de vida en los mismos. No en otros. Y quizá tampoco del todo en esos si pensamos que los seres humanos, además de respirar, hacemos alguna otra cosa, por ejemplo pasear, andar, correr por esas calles descontaminadas y en las demás.

 

            He perdido la cuenta del número de atropellos que llevamos acumulados este año en la ciudad donde vivo. En todo caso, son muchos y en cualquier circunstancia. De tal manera que, a partir de ahora, podremos morir lentamente por la vía de respirar un aire más limpio, pero lo podremos hacer abruptamente a consecuencia de un atropello inesperado. Y esto es así porque las ciudades, mucho más higiénicas sobre el papel, continúan dando un rol preponderante a los vehículos, sobre todo en esas otras áreas sucias, bastante más agredidas por el tráfico, porque las sanas suelen peatonalizarse en parte o en todo. Por lo tanto, vivimos, viviremos, en una ciudad que son dos ciudades. Y seremos vecinos y vecinas de primera y de segunda.

 

            Capítulo aparte es el juego que dan quienes van al volante de los vehículos que nos atropellan. Interesa sobre todo su diálogo con los pasos de cebra. Como en cualquier otro diálogo formal hay personas atentas, por supuesto, pero también las hay que mienten más que hablan, las que se expresan con soberbia, las que no escuchan, las que hablan demasiado, las que gritan, las que dicen no entender nada, las que miran para otro lado, las que son mudas… Y así se expresan, evidentemente, en los pasos de cebra, donde se produce una buena parte de atropellos. En suma, conducir es un diálogo con el entorno y tal y como dialogamos así también actuamos. Quizá las autoescuelas deberían cuidar así mismo esas maneras.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 23 noviembre 2025

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