Vale,
reconozcámoslo: quisimos ser revoltosos. Hasta cierto punto, por lo menos. Y
tuvimos nuestros modelos musicales para ello. A unos les dio por la senda de
Los Chichos y la épica del Vaquilla. A otros, mejor catequizados seguramente,
nos sedujo el punk inglés y sus muchas secuelas. Y fue precisamente en los
Clash en quienes durante una época quisimos reencarnarnos. Luego se nos curó.
El
caso es que los Clash nos atrajeron siempre, mucho más que otros grupos tan o
más emblemáticos. Debió de ser porque sus espontaneidades no se quedaban en eso
sólo, sino que se intuía un mayor trabajo. También, probablemente, porque sus
canciones iban bastante más allá de ripios graciosos o posturas desafiantes,
tenían intención. Incluso porque había elaboración musical, eso que llaman
concepto, en lugar de simples acordes enlazados con o sin fortuna. O tal vez
por todo lo contrario, qué importa ahora, a quién tenemos que dar explicaciones
que no sea a nosotros mismos.
De
su álbum de 1979, «London calling», el más señalado sin duda y no sin razón, el
de la portada estelar, elegimos un cantable modesto, Jimmy Jazz, a pesar de que fueran otros los
que encabezaron la gloria, también con razón. Es una canción narrativa, la
crónica de un personaje, la generación de un mito menor, como todos los que
acababan siendo susceptibles de cierta idolatría en el mundo del rock &
roll, ya se llamasen Jimmy Jazz, Johnny B. Goode o [Hey] Joe. Entre tantos
mensajes sobre desempleo, sobre conflictos raciales y sobre drogas que llenaban
el resto del repertorio, de repente esta historia colateral lo resumía todo y
permitía inventarlo todo. De ahí, pues, su recuperación en este espacio.
Pero
también, claro, porque el grupo vasco Kortatu la recogió para su propio
catálogo, tal y como habían hecho con otras influencias de los propios Clash.
Fue en 1985, en su primer álbum de estudio. Allí aparecía una versión en
castellano y decididamente skatalítica de Jimmy Jazz, bien arreglada en su texto para
una realidad nada británica, sino más de aquí. Con ellos, con La Polla Récords,
con Barricada y con otros grupos del norte conocimos también otro acento del
famoso conflicto vasco de una manera bastante más seria que lo que da de sí hoy
en día el crucigrama ñoño a base de ocho apellidos. Nos curtió la música y nos
lavó los prejuicios mucho más que lo pueda hacer en la actualidad ese cine de
éxito masivo.
Así
que nada, aquí quedan esas crónicas de antihéroes, que es lo máximo a lo que
pudimos aspirar cuando quisimos ser revoltosos.
THE
CLASH: http://www.youtube.com/watch?v=WKxiN0fdKP8
Publicado en genetikarockradio.com, 2 septiembre 2014
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