Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 17 de marzo de 2019

Discurso

     Junto al programa y a la campaña, según hemos explicado en semanas precedentes, un tercer elemento resulta clave en todo proceso electoral para inclinar el voto en algún sentido y hacerlo con un mínimo criterio formal: el discurso.

     Al margen de contenidos, la transmisión del mensaje no es asunto menor. Porque es elocuente, conviene fijarse en el acto comunicativo en sí, donde candidatos y candidatas se muestran ante los auditorios y dan de sí cuanto pueden o saben dar con afán persuasivo. No es mucho, ciertamente: tópicos, hipérboles y otras chanzas aparte, el ingenio no los preside. Quizá porque se acomodan a guiones demasiado estereotipados. Quizá porque las capacidades oratorias no se han educado lo bastante. Quizá porque en el teatro político no intervienen los mejores actores. El resultado es deprimente casi siempre y los recursos enfáticos acaban siendo tres y sólo tres, siempre los mismos y en todo caso: el grito, la repetición y las esdrújulas. Quien combata esos vicios demostrará al menos intención de buen gobierno.

     El grito, al contrario de lo que se pretende, apaga lo que se dice, lo oscurece todo y sólo emociona en contadas ocasiones. Confundimos gritar con modular, lo cual lleva a no vocalizar adecuadamente, sino a bramar y a expresarnos en un tono insoportable para la audiencia. Es lo que le suele ocurrir a Susana Díaz.

     La repetición es común porque es un síntoma de inseguridad, un miedo a no ser convincentes con nuestras ideas, cuya levedad escondemos tras la insistencia, como si a fuerza de estribillos aprendiéramos toda la canción. Podría convertirse en figura literaria si hubiese altura técnica, pero no suele ser el caso. Así actúan Casado y Rivera.

     La esdrújula es cantarina, sobre todo si hacemos tal con toda nuestra prosodia sin importar la debida pronunciación. Es una tendencia habitual en quienes, a falta de otros recursos y de otras sustancias, convierten sus frases en música elemental. Acaba siendo un mecanismo común en todos los oradores y oradoras.

Publicado en La Nueva Crónica, 17 marzo 2019

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