Lo más probable
es que en el radiocasete de las furgonetas o de los dos caballos que nos
recogían a dedo sonase Born to be wild o alguna canción de Lynyrd Skynyrd. Es posible que
en las playas cantábricas donde solíamos desembocar se escuchara a lo lejos
algo de Doors o directamente All right now. Eran posibilidades que se
confirmaban o no según el sesgo de la aventura. Pero lo que nunca nos faltó en
aquellas escapadas con destino incierto y sin billete de vuelta (aunque siempre
acabásemos regresando a casa) era la compañía en algún momento de Janis Joplin.
E, inevitablemente, si una canción sirvió de banda sonora para aquellos viajes
a medio camino entre la lírica y la épica juvenil no pudo ser otra que Me
& Bobby McGee: “La
libertad es sólo otra palabra para decir que no hay nada que perder. / Bueno,
nada no, cariño, si no es gratis. / Y sentirse bien era fácil, Señor, cuando él
cantaba blues. / Sabes que sentirme bien era suficiente para mí. /
Suficientemente bueno para mí y mi Bobby McGee”.
Al
fin y al cabo se trataba de eso, e importaba menos el decorado que la
ambientación, tal y como nos lo había advertido la propia Janis: “¿Es que no lo
entendéis? ¡La música tiene que ver con los sentimientos y con pasarlo bien!”.
Por eso, porque en ella se conjugaban y se conjugan todavía esos dos elementos
es por lo que se convirtió en una compañía imprescindible. Incluso sucede que
si llegas tarde a ella acabas por incorporarla por igual a esa conjunción tan
necesaria en determinados momentos de la vida, en la juventud especialmente,
sea cual sea su duración y contenido. Y si a mayores te detienes en otros
vericuetos del universo musical, lo que descubres entonces es que Joplin, según
sentencia del crítico Jim Harrington, “no sólo podía haber sido la primera
cantante de blues de la época, sino la primera cantante de aquel momento”.
Evidentemente,
de su atractivo no se podía apartar su condición de maldita, expresada por
encima de todo a través de su pertenencia al Club de los 27, es decir, el selecto grupo de artistas que
concluyeron su vida a esa edad temprana, por lo general de forma poco natural.
De hecho, la canción que hoy gira en el jukebox forma parte de un álbum,
«Pearl», que se grabó en sus últimos días y cuyo tema más conmovedor, Buried
alive in the blues,
es un instrumental sin más, no incluye ni una sola palabra cantada por ella,
pues la heroína se le había adelantado: “… cambiaría todos mis mañanas por un
sólo ayer / para sostener el cuerpo de Bobby
junto al mío (…) Señor, estoy llamando a mi amante, llamando a mi hombre, / he dicho que estoy llamando a mi hombre, hice lo
mejor que pude”.
Semanas
después de su muerte, ya en 1971, se editó finalmente «Pearl». El sencillo Me
& Bobby McGee representó
su mayor éxito, al ser la única canción de Janis Joplin en alcanzar el número 1
en el Billboard Hot 100. A partir
de entonces la leyenda se consolida y la sitúa a la altura de las más grandes,
al lado de Billie Holiday y de Bessie Smith. http://www.youtube.com/watch?v=B1R26bpq3cM
Publicado en genetikarockradio.com, 23 junio 2013
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