Para
no referirse directamente a ciertas desigualdades se suele acudir al término brecha, quizá porque se refiere a una abertura irregular,
no natural, corregible por tanto con actuaciones políticas y económicas. Es el
caso bastante común de la llamada brecha digital o la que separa el mundo rural
del urbano. Claro que también las brechas son “resquicios por donde algo
empieza a perder su fortaleza o entereza”. Es lo que acaba de hacer, por
ejemplo, el Ministerio de Hacienda al conceder una exención a la matriculación
de yates de alquiler, algo que beneficia a unos pocos frente al sacrificio de
muchos. Pero, en fin, las brechas más comunes hoy en día siguen siendo las
relativas a salarios y al sexo. Por lo que hace a los primeros, esa brecha se
ha disparado en lo que declaran autónomos y asalariados, al confirmarse que los
empresarios dicen ganar 10.000 euros de media menos que sus empleados. Se
trata, pues, de una grieta que apunta a boquete en tanto que ha crecido nada
menos que un 50% durante la última década. Más o menos como sucede con la
brecha de género en las empresas: ahora el techo de cristal es más alto para
las trabajadoras y más inaccesible para un número mayor de ellas. Comparando
los datos del INE relativos a 2010 y 2012 se aprecia que en 2010 ya había menos
mujeres en puestos de mando: 8,8% hombres por 4,4% mujeres; en 2012 la
distancia se ha agrandado: 9,1% hombres, 4,7% mujeres. En el caso de la
dirección de empresa grande o media, el porcentaje de varones era en 2010
del1,1% frente al 0,3% de mujeres; en 2012, el porcentaje de hombres triplica
al de mujeres (1,2% por 0,4%). También en 2010 había más hombres que mujeres en
la categoría de ocupados independientes, sin jefes o jefas ni personal
subordinado (11,3% hombres, 8,2% mujeres); en 2012 la distancia también se ha
ensanchado (12,2% por 8,6%). Son datos que conviene conocer para seguir
actuando en su corrección o en su incremento. Eso es política.
Publicado en La Crónica de León, 12 julio 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario