(Solicitado a propósito de la nueva legislatura en el Ayuntamiento de León)
Si
somos realistas, poco margen hay de maniobra para tantos desafíos que se nos pueden ocurrir. Salvo un cambio
general en las políticas que se han venido aplicando, los próximos cuatro años
seguirán teniendo un aire ceniciento de crisis o postcrisis que en nada
favorecerá muchas de las iniciativas que plantearse pudieran. Además, la deuda
acumulada por el consistorio será sin duda un segundo condicionante dramático
que no permitirá alegrías fáciles. Y, por último, si tenemos en cuenta las
enormes limitaciones que las reformas del Gobierno han diseñado para las
administraciones locales, nos daremos cuenta de que el rumbo conduce casi de
forma ineludible hacia el naufragio. Del Ayuntamiento y de la ciudad.
Así
pues, el principal reto económico y laboral en nuestro entorno para el próximo
cuatrienio no es otro que evitar el naufragio y favorecer en lo posible la
llegada a mejor puerto siempre un poco más allá.
Dicho
esto, se nos ocurre que la atención municipal debiera centrarse en los
siguientes asuntos primordiales, que tal vez sí puedan estar a su alcance.
Aunque mejor sin duda en compañía de otros: resto de administraciones, agentes
sociales, asociaciones vecinales y ciudadanía en general.
El
orden interno y el adecuado dibujo de su plantilla permitirán asegurar en
principio la continuidad de unos servicios públicos, que no sólo garantizan
empleo en condiciones sino también prestaciones sociales de toda índole que la
ciudadanía requiere y necesita. Es tiempo, seguramente, siempre es tiempo, de
revisar concesiones caras y procurar el ahorro a través de una posible
municipalización. Es el caso de los servicios del agua, de jardinería, de
transporte urbano, de ayuda a domicilio, etc.
En
segundo lugar, el remate de infraestructuras eternamente pendientes permitirá a
la ciudad situarse mucho mejor en las redes logísticas, por lo que hace tanto a
personas como a mercancías, y así situarse mejor en el mapa general y en la
competitividad de las empresas. Nos referimos sobre todo a las infraestructuras
ferroviarias, no sólo a las más elitistas, al cierre de las rondas externas y a
las autovías que aseguren comunicaciones trascendentales hacia Valladolid y
hacia Braganza.
Y
puesto que no hay ya más remedio que comerse el Palacio de Congresos, poner en
marcha de inmediato un gabinete de trabajo que garantice al menos a cinco o
diez vista el adecuado aprovechamiento de ese espacio, de forma que no se
convierta en un enorme continente vacío y en homenaje muerto a lo que pudo ser
y no fue.
Publicado en Diario de León, 15 junio 2015
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