La formación no es para nosotros un
asunto menor. Tal vez sea porque hay sindicatos y sindicatos, y aunque se hable
de ellos de forma genérica, como si fueran una unidad, no todas las
organizaciones sindicales tienes la misma ideología ni los mismos propósitos ni
las mismas devociones. En el caso de Comisiones Obreras la dedicación, atención
y capacidad de propuesta en materia formativa ha sido siempre un signo de
identidad más. Tanto es así que hace años el Sindicato decidió gestionar todo
lo relativo a la formación de trabajadores y trabajadoras a través de una
fundación con personalidad propia: FOREM. También nuestra condición de
sindicato más representativo nos ha permitido participar activamente en todos
los foros de negociación, discusión y diseño de programaciones formativas. En
suma, no es dudosa nuestra vocación en la materia.
Esto es así porque entendemos que la
formación es un elemento clave en un doble sentido. Por un lado, porque
cualifica la mano de obra y permite a la clase trabajadora desarrollar una
carrera profesional con mayores expectativas. Por otro, porque trabajadores y
trabajadoras bien formados, con conocimientos actualizados permanentemente, son
la principal garantía para un modelo productivo con valor, que es lo que
requiere nuestro país para competir en el ámbito internacional.
Estas convicciones nos han llevado a
contemplar la formación como un todo, sin hacer distingos entre la reglada, la
continua o la destinada a personas desempleadas. De ahí también que desde hace
ya décadas defendiéramos la oportunidad de crear centros integrados donde
convivieran todos esos subsistemas y que exigiéramos a las administraciones una
mejor coordinación de los mismos, siempre sometidos lamentablemente a departamentos
ministeriales o autonómicos distintos y con intereses a veces contrapuestos. Si
no recuerdo mal, la primera jornada de trabajo que se llevó a cabo en la
provincia de León sobre centros integrados la organizó precisamente CCOO a
finales de los años noventa, cuando ese modelo era todavía bastante desconocido
y sólo existía en el País Vasco. Había ya allí por entonces lo que se llamaba
“los cuarenta principales”, es decir, un número notable de centros de formación
profesional con las características de centros integrados, con la peculiaridad
de que existía una apuesta compartida entre la administración autonómica, el
sector empresarial y las organizaciones sindicales para su impulso. Tanto es
así que las propias empresas vascas invertían en la dotación de esos centros a
la vez que recogían de inmediato el producto de esa inversión en un proceso de
alimentación constante. Basta observar el desarrollo industrial de ese
territorio, incluso en estos tiempos de crisis, para entender el porqué de su
éxito y el beneficio social que ello ha supuesto.
Pues bien, tarde nos llegó ese
modelo pero hemos saludado desde el principio su implantación y nos hemos
implicado activamente en su promoción. No se puede decir lo mismo de todos los
actores llamados a ese mismo objetivo. Sin ir más lejos, las organizaciones
empresariales han remoloneado más de la cuenta para incorporarse a los consejos
sociales, lo cual no deja de ser un simple acto de compromiso sin más, de tal
manera que siguen estando a años luz de la implicación que demostraron sus
homólogas vascas. Tampoco la administración regional ha sido especialmente
espléndida, parapetada tras la excusa de la crisis, para potenciar la apuesta,
como se puede observar por ejemplo en el muy mermado centro integrado de Ponferrada
o en la mejora de algunos aspectos de los dos centros de la ciudad de León.
Por lo que hace al CIFP Ciudad de
León, quede aquí constancia de nuestro buen entendimiento con su equipo
directivo y con todos sus trabajadores y trabajadoras. Desde su Consejo Social
hemos sentido su latido, a la vez que hemos tratado de aportar sugerencias para
su mayor promoción y vinculación con el entorno. Al fin y al cabo, la formación
que en él se imparte nos parece que forma parte sustancial del mercado laboral
leonés y nos interesa su fortalecimiento. También sindicalmente, puesto que sus
familias profesionales nutren de un modo importante a la clase trabajadora
local, para la cual deseamos la mejor inserción, capacitación y progreso.
Publicado (censurado) en Zona Centro 4, junio 2015
Revista del CIFP Ciudad de León
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