Muy
agradecidos estamos en la Fundación Jesús Pereda por la asistencia a este acto.
No habrá sido fácil seguramente, a pesar de las emociones que nos animan. Casi
nada es fácil en estos últimos tiempos. Ni siquiera ha resultado sencillo el
proceso que ha seguido esta undécima convocatoria de los Premios Diálogo. En
primer lugar porque hubo de retrasarse dicha convocatoria a causa del
acuartelamiento que vivimos en primavera; en segundo lugar, porque no fue
posible por eso mismo fallarlos y entregarlos antes del verano, como era
nuestra costumbre; y en tercer lugar, porque hasta el último momento hemos
dudado sobre si sería posible llevar a cabo esta ceremonia en condiciones.
En fin,
el caso es que aquí estamos y nos felicitamos por ello y felicitamos a quienes
hoy reconocemos con un galardón modesto pero que gana sonoridad y prestigio año
tras año. Son esas personas y entidades que los jurados destacan las que nos
conceden la sonoridad y el prestigio. A todas ellas se sumarán hoy, como
veremos más adelante, nuevos nombres y nuevas acciones comprometidas con la
cultura en muy diversas expresiones, que es lo que al cabo nos une.
Ese
compromiso cultural, con acento evidentemente social, es lo que determina,
edición tras edición, la senda de estos premios, algo que en este bárbaro 2020 es
aún más decisivo que nunca. El año, como bien sabemos, se detuvo y nos detuvo y
no están claros todavía los derroteros que vendrán. También la programación de
la Fundación ha vivido en stand by
durante unos meses y, de hecho, este acto nos devuelve por fin a la palestra
pública tras asomarnos a la luz levemente con una de nuestras exposiciones en
Zamora y en Ávila. Sin embargo, no hemos permanecido inactivos, porque no todo
en nosotros es tan vistoso como lo que hoy aquí nos trae. Quiero resaltar,
porque muy a cuento viene, que los meses de apartamiento los hemos empleado,
entre otras cosas, en elaborar y dar a conocer el segundo estudio sobre La Cultura en Castilla y León, un
trabajo del que estamos muy satisfechos, para el que en este caso hemos contado
además con colaboraciones de terceras personas de gran altura, que es lo que
también solemos perseguir en todo cuanto nos proponemos: complicidades.

Citamos
ese estudio en este momento porque lo que nos ha vuelto a descubrir, si
necesario fuera decirlo, es la desdichada situación general de la cultura y su
necesaria reivindicación. Conste que la desdicha no deriva solo de la
enfermedad, lo cual no sería, no es, poca cosa, sino que es producto sobre todo
de una década perdida para los asuntos culturales así en el impulso público como
en la iniciativa privada, así en el peso de la industria como tal en el
conjunto como en el reconocimiento que nos merece. Lo cual contrasta –también
lo sabemos– con la ebullición de propuestas y el dinamismo de los individuos
que las alumbran. Lo comprobamos incluso con exceso durante los largos días de
enclaustramiento, cuando las manifestaciones culturales, o pretendidamente
culturales, fueron en muchas ocasiones un importante impulso vital.
Estos
premios nuestros, como al cabo toda nuestra tarea, también ese estudio citado,
son la contribución humilde de un sindicato como Comisiones Obreras a ese
espacio creativo y productivo con el que siempre hemos estado vinculados.
Aparte de otras consideraciones, para nosotros la cultura es trabajo, en muchos
casos un trabajo que se escapa de casi todos los moldes formales, bien está que
así sea, y su justa valoración y la defensa de su dignidad nos mueven ante
todo. No es acción sindical lo que la Fundación Jesús Pereda lleva a cabo, hay
otras estructuras para ello, pero nadie dude tampoco de cuál es nuestra
identidad primera, sobre la que se levanta toda nuestra producción. También
estos premios, por supuesto.
A ello
voy para rematar esta intervención, aunque me anticipe a la lectura del acta
del jurado. Había un clamor sostenido a favor de Jesús Anta en los mentideros
locales que por fin se ve atendido. Como sucediera en los dos últimos años con
Serafín de Tapia o Sara Tapia, en Ávila y en Burgos, lo local es lo universal,
la ciudad es el mundo y la labor perseverante de las personas engrandecen a las
sociedades más allá de su límite natural. Así lo entendemos. Por eso mismo
resaltamos también el trabajo de difusión que llevan a cabo firmas tan discretas
y rigurosas como imprescindibles en el marasmo de la información; lo hicimos
con la revista digital leonesa Tam Tam Press en 2015 y lo hacemos ahora con la
revista vallisoletana Átticus. Finalmente, jugando una vez más con lo local y
todas sus infinitas periferias, el Ballet Contemporáneo de Burgos y el Centro
Cultural El Casino de Santa Colomba de Somoza culminan, a nuestro modo de ver,
la trascendencia que acciones en apariencia singulares tienen sobre el
colectivo que los rodea. Así crecemos. Todos ellos recibirán su “Dialoguín”, como lo bautizaron un año
atrás en la ceremonia que tuvo lugar en Burgos, esa pieza artesana debida al
buen hacer de José Oré, cuya galería merece ser visitada en Castrillo de los
Polvazares.
Todos ellos,
todas ellas, como señalan las bases de este certamen, son personas que han favorecido un avance social y cultural en nuestra
Comunidad Autónoma o que han superado las fronteras de la misma, abanderando
los valores de la diversidad y la defensa de los derechos sociales y culturales
a través de su trabajo. No otra es, modestamente, la misión y la devoción de la
Fundación Jesús Pereda de Comisiones Obreras de Castilla y León.
Texto leído en la entrega de los XI Premios Diálogo de la Fundación Jesús Pereda, Valladolid 25 septiembre 2020