Blog de Ignacio Fernández

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domingo, 10 de marzo de 2024

Arquitecturas

Muros, paredes, piedras, esos elementos constructivos inertes en apariencia desprenden significados, no obstante, que explican políticas y orientan nuestro pensamiento. Observémoslos, por ejemplo, a la luz de la arquitectura que levanta la Junta de Castilla y León con sus procederes.

 

En materia de muros, el último gran ladrillo ha consistido en declarar Bien de Interés Cultural una pirámide en el norte de Burgos, que sirvió de enterramiento a los fascistas italianos que acudieron en ayuda del dictador Franco. Ya no quedan cadáveres allí, por lo tanto no sirve ni el gesto piadoso para justificar una decisión humillante e injusta. Además, ni el monumento tiene valor artístico ni lo tendrá nunca. Es una arbitrariedad que incumple las leyes de memoria democrática y que, en consecuencia, debería desaparecer

 

En cuanto a paredes, la pareja que nos gobierna rechaza el plan estatal para el acceso a la vivienda que prevé, entre otras cosas, límites para los alquileres. Como no creen en él, afirman, en su lugar optan por subvencionar a los inquilinos para que éstos a su vez donen lo recibido, es decir, dineros públicos a la propiedad privada, en su mayor parte especuladores, grandes propietarios y fondos de inversión.

 

Por último, en lo que hace a las piedras, la dejadez de la Consejería de Cultura permite que se vengan abajo por la humedad y otras erosiones las que forman el conjunto románico de San Juan de Duero en Soria. Apenas ha habido inversión en el monumento durante los últimos veinte años, y el último gasto se dedicó a sustituir los DVD, reponer las puertas de madera y reparar una iglesia aledaña, nada para conservar ese claustro fuera de lo común.

 

En suma, la arquitectura tiene ideología, como todas las artes la tienen. Y sobre todo hacen gala de ella con sus decisiones los gobiernos que administran de forma torcida esos bienes. A esos tres ejemplos podrían sumarse muchos otros y concluiríamos que nos gobiernan necios, necios en verdad malintencionados. No nos respetan.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 10 marzo 2024

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