Mayo
de 2014 irrumpe en el calendario con dos visiones de la realidad enfrentadas.
De un lado, en buena parte por ser tiempo pre-electoral, las propagandas y
otros optimismos oficiales pregonan el fin de todos los males. De otro, la
obstinada realidad cotidiana persiste en mostrar un rostro mucho más escéptico
y una tonalidad bastante más oscura. Posiblemente, como suele ocurrir, ni una
ni otra visión expresen la verdad completa y sea aconsejable una mínima
reflexión para armarse de argumentos en el Día del Trabajo.
Este
año CCOO y UGT saldremos a las calles de las ciudades españolas bajo el lema
“Sin empleo de calidad no hay recuperación”. Es decir, no negamos que existan
datos sobre los que apoyar una tendencia menos desfavorable que la de los
últimos tiempos de absoluta desolación. Sin embargo, se trata de magnitudes no
perceptibles en la distancia corta, que es en la que se mueve la mayor parte de
la ciudadanía. Ni los índices bursátiles, ni el precio del bono, ni el interés de
la deuda, ni el fluir de las exportaciones son asuntos que se sientan en la
inmediatez. Por el contrario, la caída libre de los salarios, la agonía de los
convenios colectivos o el enorme volumen de expedientes de regulación sí son
materias sentidas y sufridas de un modo persistente. Convendría, pues, ejercer
una mínima pedagogía más pegada a la realidad y evitar euforias engañosas como
las que suelen protagonizar los miembros del Gobierno.
El
empleo, por ejemplo, es una de esas cuestiones en controversia. Presume el
Ejecutivo de los datos que arrojan en los meses últimos las oficinas de
desempleo, pero se da de bruces inevitablemente con la contundencia de las
cifras de le Encuesta de Población Activa. El resultado de una y otra
estadística sigue siendo muy grave: nuestra población activa disminuye y muchos
desempleados o se van o desisten por desesperación de apuntarse en cualquier
registro. Y de entre los afortunados que encuentran un empleo, por lo cual nos
felicitamos, dudosamente conseguirán levantar con él un proyecto de vida o
reemprender la que había quedado entre paréntesis. Eso es lo que se puede
deducir de una tasa de temporalidad del 21% y del notable aumento de contratos
temporales y a tiempo muy parcial. Todo esto sin olvidar que la protección a
los desempleados se ha reducido en más de 20 puntos desde 2010, que la
inversión en políticas activas ha disminuido el 52% desde 2011 y que en 687.000
hogares españoles no se percibe ningún ingreso.
La
provincia de León es un lamentable ejemplo de todas esas estadísticas. Situada
en la cola en tasa de actividad, sólo despunta en pérdida de población, una
doble figura que nos estrangula en el presente y que lo hará en el futuro. Es
además una provincia donde más del 45% de su población vive en familias con
ingresos menores a 12.000 euros; es decir, que algo más de 200.000 personas
viven con menos de 1.000 euros al mes. Y mucho más dramático aún es el dato que
refleja que más de 21.600 personas viven sin ingresos. Estamos por tanto ante
un universo pobre, envejecido y pensionado, que por otra parte recibe cada vez
peores servicios públicos puesto que, junto a otros recortes, la provincia ha
padecido un descenso de empleo público que llega a los 1.729 en los dos últimos
años.
Por
todas estas razones, estamos convencidos de que un crecimiento sin empleo de
calidad no es recuperación, ni se mejoran las condiciones de vida de la mayoría
de la población ni se generan ingresos públicos suficientes. Para tal fin,
creemos que es necesario un gran acuerdo que integre a las formaciones
políticas y a los interlocutores sociales para promover de verdad el empleo y
la reactivación de la vida económica basada en la igualdad y en la cohesión
social. Esa cohesión social debería llevarnos a más y mejor democracia.
Son, como hemos dicho, tiempos pre-electorales. Los trabajadores y
trabajadoras aprovecharemos también este 1º de mayo para reclamar un cambio de
políticas en el espacio europeo. Demostrados los fracasos de la austeridad y el
sacrificio, incluso reconocidos por sus propios impulsores, es el momento de
modificar el rumbo. La Confederación Europea de Sindicatos, de la que formamos
parte, ha propuesto recientemente un plan de inversiones como alternativa con
el objetivo de inversión anual del 2% del PIB europeo durante diez años para
que Europa vuelva a la senda del crecimiento económico sostenible y de la
creación de empleo. Un plan importante para la recuperación económica, cuya
puesta en marcha permitiría crear 11 millones de puestos de trabajo, así como
poner fin a los recortes en el gasto público, aumentar los salarios y reforzar
las prestaciones y redes de protección social, muy especialmente para las
personas que más están sufriendo los efectos de la crisis. Todo esto está
también en juego el próximo 25 de mayo.
Publicado en Diario de León, 1 mayo 2014
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