Así no salimos de la crisis. Ése es el lema con el que este año CCOO
y UGT animamos a los trabajadores y trabajadoras para participar en las
manifestaciones del Día del Trabajo. Un mensaje controvertido, seguramente, que
contrasta con los que se repiten desde fuentes oficiales sobre todo al hilo de
las convocatorias electorales. No negaremos, es cierto, que España ha iniciado
una nueva etapa de crecimiento, pero a la vez, como si sólo se tratase de un
espejismo, esa tendencia convive con otra realidad obstinada que descubre el
otro lado de la moneda. Comentaremos algunos ejemplos.
Para empezar, no somos nosotros sino el servicio de estudios del
BBVA quien estima que al acabar la crisis (según ellos, en 2020) habrá un
desempleo estructural del 18%: cuatro millones de personas activas sin trabajo,
más los que hayan emigrado. El futuro pasa, pues, por un desempleo estructural
enorme y por el subempleo. De hecho, en octubre de 2014 tan sólo el 37% de
trabajadores cotizantes a la Seguridad Social tenía en España un contrato de
trabajo indefinido y a tiempo completo; ¿cuántos serán en 2020? ¿Y en 2030? ¿Cómo repercutirán estos empleos y estos salarios sobre la Seguridad Social?
Precisamente a propósito de la Seguridad Social viene la segunda
muestra. La evolución de la afiliación a ese sistema en la provincia de León no
ha dejado de disminuir desde el inicio de la crisis. Así resulta que hemos
perdido 28.909 afiliados o afiliadas entre 2008 y 2014, la provincia con el
peor resultado de la Comunidad Autónoma. En conjunto, Castilla y León ha
perdido 133.226 sin que la tendencia ni siquiera se haya detenido. Sucede así
que al final del año 2014 el balance de afiliados y pensionados en la provincia
es de 149.429 frente a 142.764. Evidentemente, insostenible.
Y, por último, unos detalles sobre la conflictividad laboral vista
desde el ámbito judicial. Tampoco ahí ha cesado el descalabro a pesar de
reformas y decretos. Por el contrario, los asuntos resueltos en la jurisdicción
social han crecido desde los 4.495 en 2011 hasta los 6.072 de 2014. Y los casos
de despidos que se han llevado han evolucionado de los 723 a los 1.863 en las
mismas fechas. Todo ello demuestra así mismo que el caudal continúa fluyendo y
que poco ha colaborado a su contención el aparato legislativo propuesto por el
Gobierno.
Pues bien, llegados a este punto, examinada la realidad, la vivida y
la relatada, tanto UGT como CCOO consideramos que es preciso modificar las
políticas aplicadas hasta la fecha. En ese sentido, volvemos a insistir en
cuatro actuaciones urgentes: impulso de la negociación colectiva, creación de
empleo digno, incremento salarial y refuerzo de las medidas de protección
social. En todo ello venimos trabajando y en ocasiones con resultados
importantes. Es el caso de los acuerdos firmados con CECALE y con FELE en
materia de negociación colectiva, aunque no se corresponden todavía, por
desgracia, con otros de ámbito estatal. Lo mismo que se puede decir en cuanto a
los acuerdos alcanzados dentro del diálogo social regional relativos a rentas
garantizadas, que deseamos extender al conjunto del Estado mediante una
estrategia general de rentas mínimas. En cambio, poco podemos lucir en cuanto a
las condiciones del empleo o de los salarios, donde la obcecación de las contrapartes,
ya sea el Gobierno, ya sean las patronales, no ha permitido progresar en el
último año.
Hay razones, pues, en la cercanía para la manifestación de este día
1. Como las hay también en el ámbito global del que necesariamente formamos
parte: clamar contra la violación de derechos sociales, sindicales y civiles en
todo el planeta; reclamar un mayor compromiso en la lucha contra la pobreza, en
especial contra la pobreza infantil; demandar una política europea de
migración, que dé soluciones a quienes huyen de guerras y miserias y que acabe
de una vez con la vergüenza de las muertes en el Mediterráneo; exigir la
retirada del Tratado de Inversiones y Comercio entre la Unión Europea y Estados
Unidos, que, tal y como se está negociando, supone una nueva amenaza contra la
democracia y un atentado contra normas y derechos fundamentales; y, en fin,
solicitar una apuesta por la paz, que permita alcanzar mayores niveles de
convivencia democrática en el mundo, de justicia social y de sostenibilidad
medioambiental.
No es escaso el catálogo. Oportuno también, por otra parte, para los
tiempos electorales que hemos comentado más arriba. Es una buena referencia
para valorar el contenido de los programas que se someterán a la consideración
de la ciudadanía y actuar en consecuencia. Así lo entendemos desde el punto de
vista sindical.
Publicado en Diario de León, 1 mayo 2015
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