Blog de Ignacio Fernández

Blog de Ignacio Fernández

domingo, 14 de septiembre de 2025

Suciedad

            Las calles de la ciudad donde vivo lucen suciedad. Sus barrios la lucen. Porque, no obstante, siempre hay una reserva con mayores cuidados para que adorne el fondo de los selfis que se hacen quienes nos visitan. Se argumenta desde la autoridad competente que no llueve y que por tanto no hay una limpieza natural, llevamos meses sin unos buenos chaparrones. Es un argumento pueril, evidentemente. Lo mismo podría decirse, con esa lógica, de los incendios: la culpa fue de que no llovió. Sobran explicaciones.

 

            Pero no, mi argumento es otro. La ciudad donde vivo es un lugar vanguardista. Su mugre enlaza directamente con la grasa que, de un lado, habita en el lenguaje público y con la sordidez que, de otro, se enseñorea de los usos políticos aquí y allá. Y mucho peor aún: de sus consecuencias. Durante un tiempo estuvo de moda lo basura: vuelos basura, televisión basura, hipotecas basura, pensamiento basura… Hoy la basura lo llena todo. Por eso la ciudad donde vivo está sucia. Porque es una ciudad a la moda, al día, a la altura de las circunstancias. Y sus habitantes, que debemos de ser un tanto guarros para qué nos vamos a engañar, somos felices porque estamos de acuerdo con lo que se lleva, con lo que se predica, con lo que se vende. Me refiero sobre todo a los habitantes de las terrazas y centros de esparcimiento y a los titulares de esos negocios. Esos sí que son auténticos enclaves de progreso astroso.

 

            Dicho esto, es verdad que no nos vendría mal que lloviera, a cántaros a ser posible, como entonaba Pablo Guerrero en tiempos un poco más aseados, para limpiar no sólo esta ciudad desaliñada, sino también el lenguaje grosero, las formas zafias y sus mayores excrecencias: la guerra y la liquidación de los pueblos. Que cayeran chuzos de punta sobre algunas cabezas, no nombraré a ninguna, pero ustedes ya saben, sobre algunas mentes obtusas, sobre los violentos. Quizá la lluvia, que siempre tiene algo de terapéutico, nos pudiese liberar de toda esta inmoralidad insoportable.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 14 septiembre 2025

domingo, 7 de septiembre de 2025

Desarraigo

El desarraigo es, seguramente, una cualidad de esta edad histórica. Es lo contrario a las nociones de cercanía, proximidad, ciudadanía, comunidad… Lo opuesto a vecindad. En nuestro tiempo, al contrario de las ideas anteriores, prevalecen todo tipo de movilidad y desapego alimentados a través de la globalidad, de las migraciones, del turismo desquiciado, de la ubicuidad económica, de la fluidez financiera, de la precariedad laboral, de las deslocalizaciones empresariales… Todo es desarraigo. Incluso un partido de la liga de fútbol española se jugará próximamente en Miami.

 

El desarraigo es también consecuencia del destierro de las personas, cuyos motivos son diversos, aunque en general tienen mucho que ver con lo antes dicho. En numerosos casos, la raíz, el arraigo que perdura, es el recuerdo, el paisaje que fue nuestro en el pasado, las casas de quienes nos precedieron, las fiestas estivales a las que regresamos, las historias que nos contaron, la memoria que todavía permanece. Todo eso es emoción y está bien y es vital, pero la distancia impuesta nos aleja del territorio y de la realidad corriente de esos espacios que se han vuelto remotos. Es decir, perdemos algo así como la carta de vecindad, aquel título que se concedía a quienes eran reconocidos como vecinos. Y de ese modo también nos abandonan derechos y deberes, por más que en ciertas épocas, en los veranos pasajeros de la vida, nos creamos en su pleno ejercicio.

 

            Algo así se ha observado en el drama de los fuegos del pasado mes de agosto. Efectivamente, hubo y hay en ellos abandono, vacío, despoblación, envejecimiento, liquidación de formas de vida, aparte de otros asuntos de gestión en los que no entro. Pero no ignoremos el desarraigo. Lo explica bien el saber popular: uno es de donde pace, no de donde nace. De forma que, si restamos lo emocional, muy importante, qué se puede esperar en estos tiempos de una población obligada a ser errante, urbana y muy poco apegada a ningún suelo. Ni al de nacer ni al de pacer.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 7 septiembre 2025

domingo, 31 de agosto de 2025

Voyage

            No hay duda, es salir a la calle, sentir el calor, subir al coche y escuchar la voz de Desireless entonar Voyage, voyage: “viaje más allá de la noche y el día (…) en el increíble espacio del amor…” Así es, ha sido, este tiempo de verano que tiende a consumirse, este año casi de un modo literal, y esparce sus huellas sobre un mapa afectivo que permanece más allá del calendario.

 

No, no fueron destinos elegidos ninguno de esos nombres que parecen de comunión obligatoria, aunque no tengan por qué serlo, no lo fueron ni las aguas de Conil de la Frontera ni los desiertos de Namibia, tampoco el susurro clásico del teatro de Mérida, ni siquiera un festival de música de los que tanto abundan, ni una casa rural ni un parador ni una bodega donde ofrecen catas de vino. Todo lo contrario, Desireless, ella es así, quiso conducir el vehículo, en el increíble espacio del amor, hacia parajes menos selectos, mucho más humildes, seguramente fuera de toda guía turística porque el viaje siempre queda al margen de los espacios trillados, por más que sea difícil escapar de cuanto nos programan. Nos programamos. En ese plan voyage, voyage nos atardeció suavemente en Valderas o nos dio por sentarnos en el jardín de Borrenes antes de que lo rondara el fuego, nos acercamos una mañana al bar de Izagre o paseamos bajo un sol severo sobre las murallas de Urueña, nos acompañó la poesía en un patio de Gordoncillo o tomamos un café en la sombra de un callejón en Ponferrada, nos permitimos el lujo de saborear un fin de semana en Curueña o nos asomamos al concierto de Swing Combo en la Plaza de Santo Martino. Todo eso fue el verano, todo eso fue el voyage.

 

No sé, tal vez con otra música otro hubiera sido el resultado, su elección suele ser decisiva. Al cabo, son las canciones las que nos llevan allá donde acabamos yendo, su estribillo nos conduce y su melodía nos impulsa. Por eso es importante ser selectos con el cancionero y no abandonarse sin más a las músicas de ambiente cuyo rumbo apenas emociona.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 31 agosto 2025

domingo, 24 de agosto de 2025

Frases

            Vivimos de frases hechas, unas con mayor fortuna que otras, con más fundamento, con más pervivencia temporal. El verano, quizá por ser una estación de obligada ligereza, es una época ideal para este tipo de frases que se repiten alegremente o no, depende de lo que hablemos. Por ejemplo: tráfico denso pero fluido (si se trata de viajes por carretera), la mano del hombre (acerca del origen de los fuegos, tan repetida por Mañueco), en agosto frío al rostro (aunque ya no es verdad) o el nacionalismo se cura viajando (evidente gatillazo a estas alturas de la fiebre turística).

 

            A veces, también leemos en verano para encontrar frases con mayor sustancia que nos alimenten más allá de lo simple. Recomiendo Como el aire que respiramos de Antonio Monegal, un ensayo sobre el sentido de la cultura. Ése es precisamente su subtítulo. Observa el autor la “falta de correlación entre conocimiento y moral” al convenir, con el Holocausto como referencia, que la cultura no consiguió superar a la barbarie. Tampoco lo hace en la actualidad ante otros holocaustos, otros genocidios televisados, otros neo-feudalismos. Siguiendo a George Steiner, como hace en parte Monegal, también nosotros podríamos preguntarnos si tiene algún sentido escribir columnas como ésta, si se pueden escribir otras palabras que no sean Gaza, si las herramientas del conocimiento nos salvan en verdad del desastre. Y destaca el propio Monegal que en la actualidad las únicas utopías parecen proceder de la genética, de la tecnología y de la inteligencia artificial. Eso ocurre.

 

            Aún con todo, es verano y conviene detenerse en frases mucho más esperanzadoras que abundan en ese texto. Sin descubrir cuanto de interés habita en las páginas del libro, añadiremos una mención a la importancia de la cultura, ya sea por sus valores elevados, ya sea por su relevancia social: “involucra a todos los ciudadanos, porque es un bien común de primera necesidad, que forma parte indisoluble de la vida de todos, como el aire que respiramos”.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 24 agosto 2025

domingo, 17 de agosto de 2025

Canibalismo

            En materia de nacionalismo y de tradiciones, en esa materia que algunos nombran con énfasis ¡España!, cabe preguntarse hasta dónde es posible remontar la idea de nación y el añadido de su tradición. Con gran frivolidad, por ejemplo, se habla de reyes católicos y de reconquista, como si aquella realidad fuese auténticamente española. Y con idéntica frivolidad se habla de tradición cristiana como si de una eternidad se tratara y no hubiese siglos en el territorio con otros credos.

 

            Si todo es distopía a la inversa, ¿por qué no ir entonces un poco más allá en la búsqueda de señales identitarias para mejor conocernos, mejor distinguirnos y mejor identificar a los contrarios? ¿Por qué no remontarse, por ejemplo, a Atapuerca, 5.500 años atrás, donde duermen los restos de los seres humanos más antiguos de la península ibérica y sus tradiciones? El canibalismo una de ellas. Por lo que dicen los arqueólogos, allí se encuentran restos de seres que fueron descuartizados, desollados, eviscerados, asados o cocidos y comidos con absoluta naturalidad. Una tradición culinaria, como quien come gambas al ajillo. Hasta que se deja de hacerlo, supuestamente porque se impone una cultura de la no brutalidad. ¿Es extraño, pues, que pensamos que así ocurrirá un día con la llamada fiesta nacional y que, en consecuencia, los arqueólogos de siglos futuros piensen en nosotros como los de hoy piensan en quienes practicaban el canibalismo? ¿Es extraño pensar que la exaltación de la sangre en semana santa será un día una reliquia como esos huesos violados por los carniceros?

 

            Se dirá que exagero y diré que es verdad. Pero no es menor exceso que el de todos esos hiperbólicos ultranacionalistas a los que soportamos estoicamente y que, además, pretenden gobernarnos. Manipular la historia a conveniencia, canibalizarla en suma, es un mecanismo de poder o una estrategia para conquistarlo. Eso es lo que hay detrás del odio a otras tribus, detrás de lo tradicional a ultranza y detrás de ciertas banderas.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 17 agosto 2025

domingo, 10 de agosto de 2025

Señores

A veces veo señores, muchos señores, demasiados señores. Me ocurre con algunas imágenes que ilustran ciertas noticias, pero también con las noticias en sí. Pondré algunos ejemplos con los que compartir mi inquietud por si alguien tuviera a bien explicarme el porqué de todo este señorío y su sentido. Tengo mis tesis al respecto, pero siempre está bien ser discreto y contrastarlas.

 

Observo las dos ruedas de prensa en las que se ha presentado el Día de León en la Feria de Muestras de Gijón: en León 7 señores y en Astorga sólo 4. Repaso la mesa redonda Claves del futuro, celebrada en Ponferrada, que se dedica en esta ocasión a la transición energética, industria y redes: 8 señores. Leo que en la Diputación Provincial de León dos alcaldes sustituyen a dos alcaldesas en virtud de un acuerdo interno del Partido Socialista, de tal manera que el cómputo total de diputados provinciales pasa a ser de 20 señores frente a 5 mujeres. Pocos, muy pocos, espacios institucionales escapan de esta tendencia varonil, tanto da cámaras de comercio, entes feriales, ayuntamientos, consejerías y delegaciones territoriales, diputaciones… Hay una especie de enseñoramiento general en todas ellas. Y eso se ve y se transmite en los medios y crea opinión y expresa dominio.

 

Es verdad que tampoco el mundo está para equilibrios. Pensemos que sólo von der Leyen y Meloni, ejemplos de vasallaje y sometimiento, comparten mesa y mantel con el catálogo de super-señores feudales, belicistas y machotes que maltratan el planeta y a quienes lo habitamos en cualquiera de sus dimensiones. Pensemos que no deja de ser un modelo medieval recreado, cuyo contenido ideológico se encarna, como debe de ser, en la figura de los señores y en cuanto ello significa. Pensemos que lo de León es anecdótico en relación con lo anterior, pero suficiente para reflejar idéntico mensaje en lo doméstico. Pensemos, en fin, que la reacción, cuando no directamente la caverna, es muy poderosa y que lo abarca casi todo. Pensemos y actuemos.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 10 agosto 2025

domingo, 3 de agosto de 2025

Lenguas

            No se trata de que el Espíritu Santo nos conceda la facultad milagrosa del don de lenguas para conseguir hablar múltiples idiomas. Nos conformaríamos con hablar bien, con no someternos a ese disparate de lenguaje público, oral o escrito, que arruina la comunicación. Nos conformaríamos con superar ese límite de entre 1.000 y 1.500 palabras que solemos usar los hispanohablantes, sólo un 5% de las que presumiblemente conocemos. Nos conformaríamos con hablar o al menos comprender alguna lengua más que la materna. Nos conformaríamos con respetar y valorar el conjunto de lenguas que se hablan en España e incluso otras no propias.

 

            Esa actitud ante el uso de las lenguas, lamentablemente poco común, se podría fomentar de forma bien sencilla. Bastaría, por ejemplo, con que en la escuela se incluyeran unas mínimas nociones acerca de las otras lenguas de España, lo que permitiría familiarizarse con ellas desde edad temprana, combatir lugares comunes sobre su uso e incorporar a nuestra cultura términos básicos en esos registros, como el saludo, por ejemplo, los diez primeros números o alguna canción. Si, a continuación, los gobiernos acordaran que las diferentes cadenas televisivas autonómicas fuesen de acceso universal y abierto en todo el territorio, se mostraría un pasillo de conocimiento mucho más amplio, aunque sólo fuera para satisfacer un mínimo de curiosidad. Y, por último, si en todas las escuelas oficiales de idiomas se ofertase poco a poco la posibilidad de estudiar gallego, catalán o euskera, mucho cambiaría el paisaje general.

 

            En fin, la Filología hace mucho daño, como puede observarse. Incluso, llegados a una edad, produce delirios como los aquí comentados. Ello no impide reconocer que las lenguas están vivas y esa vida produce por lo general evoluciones hacia nuevas realidades lingüísticas. Si lo pensamos detenidamente, reconoceremos sin gran esfuerzo que al fin y al cabo en el conjunto de esta península y mucho más allá no hablamos otra cosa que un latín vulgar.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 3 agosto 2025

domingo, 27 de julio de 2025

Antifascismo

            Ser demócrata es ante todo ser antifascista. No hay medias tintas. No hay adversativas ni perífrasis ni titubeos. O se es o no se es. Hay otras expresiones y militancias que soportan la gradación, aunque al cabo sean igual de irrespirables: confesarse católico no practicante por si acaso, declararse apolítico o echar gaseosa al buen vino. Pero en materia de principios democráticos el antifascismo es el primer mandamiento, si se peca en eso se peca en todo lo demás. Y luego hablamos.

 

            Pienso en ello al leer la noticia, terrible, de que el gobierno valenciano ha ordenado retirar de la formación al profesorado un curso sobre antifascismo porque “la ideología debe estar fuera de las aulas”. Así nos va y así nos irá de continuar por esa senda claramente ideológica. Paradojas del saber. ¿Cómo se puede hablar de valores democráticos al alumnado si no se les explica cuál es su principal agresor, cómo actúa, cuáles son sus antecedentes históricos, adónde conduce a la postre y quiénes lo encarnan? Por supuesto que es ideología, la democracia es una ideología, qué es si no, ¿una etiqueta sin más? ¿un decorado? ¿una herencia etimológica griega? Hay principios que son principios y no vale comportarse con ellos como un mal alumno marxiano. Sí vale, en cambio, rectificar, ser otra cosa, mudar de traje, pero en tales casos conviene así mismo ser coherente y reconocer lo que se es, no vivir de lo que se fue o de lo que nunca se fue y soportar cuanto conlleva. No disimular. No engañar. No confundir. Por más que las ideologías también evolucionen.

 

            Y ser demócrata, es decir, antifascista, es serlo en todo trance y situación, ya hablemos del contexto político, ya lo hagamos del espacio de lo doméstico. Tampoco en esto último valen disimulos ni trampa ni cartón. Se es demócrata a carta cabal, a cuerpo, sin clandestinidades. Y, en paralelo, eso mismo se exige del antifascista. Son lecciones muy sencillas, ésas que precisamente trata de obviar el ejemplar gobierno valenciano y alguno más.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 27 julio 2025

domingo, 20 de julio de 2025

Odio

            El odio, gran título el de ese libro fallido de Luisgé Martín, que, controversias aparte sobre su contenido y sesgo, es suficiente casi por sí solo para definir esta última temporada borrascosa. Añadámosle, por apurar un poco más el paisaje humano, especialmente cierto paisaje humano masculino, La náusea de Sartre y La peste de Camus. Podríamos decir que, en efecto, la peste del odio produce náuseas. Del mismo modo que el odio, en términos menos literarios, produce seres resentidos o psicópatas. Los primeros, a pesar de que el resentimiento es un tóxico no conciliable con la razón, pueden todavía redimirse de su mal, a veces es suficiente con un momento de lucidez, una caricia, una palabra acertada para hacer luz en un pensamiento herido. Los segundos, en cambio, son ponzoña y no otra cosa extienden alrededor, su único destino es la podredumbre. La propia y la de quienes se sitúan bajo su sombra.


            La literatura, como vemos, siempre ayuda a describir la realidad. Lo que no tengo claro es que consiga transformarla, por más que así lo exclamaran Celaya o Benedetti. No me imagino yo a esas turbas violentas leyendo versos. Quizá es que no se los leyeron cuando todavía era tiempo o acaso sólo les leyeron relatos de hazañas bélicas. O nada. Uno piensa inevitablemente en la niñez de esos violentos que salen de cacería y trata de imaginar cómo eran entonces, qué les hizo ser así desde una edad temprana, cómo nos embrutecemos. Uno se ve a sí mismo dando clase de Literatura y tratando de que entiendan y disfruten En tanto que de rosa y azucena / se muestra la color en vuestro gesto, aunque sabe que ya será inútil y empieza a sentir en su boca, al recitar, algo parecido a la náusea y a la peste: vacío, repugnancia, el absurdo del mal. ¿Quién les explica esto ahora a esos bárbaros? ¿Leerán acaso esta columna?


            No importa, la escritura, sea o no transformadora, sigue siendo imprescindible contra ese odio, contra toda forma de crueldad, de incultura, de idiotez y de ignorancia.


Publicado en La Nueva Crónica, 20 julio 2025

domingo, 13 de julio de 2025

Tubo

            Regresé una vez más al hospital. En este caso para someterme a una resonancia magnética. La sanidad (pública, por supuesto; la privada no haría eso por mí ni de lejos y a lo mejor ni yo podría pagarlo) sigue empeñada en explorar la supuesta mina de hierro que reside en mi hígado y apura todas las posibilidades que la tecnología médica pone a su alcance para conseguirlo. Esa obstinación, que yo agradezco, tiene mucho que ver con dos contingencias propias del actual sistema sanitario: el riesgo del diagnóstico y el poder omnímodo de las máquinas. Una y otra llevan a profesionales y pacientes a una doble encrucijada: el incremento de pruebas especulativas, por un lado, y la justificación (a veces sumisión) ante la inversión tecnológica, por otro. Eso le sucede a mi hígado, creo yo: el hierro vivía en él desde que lo heredó de su madre, pero sólo ahora perseguimos el filón desesperadamente. Tiempo atrás, todo se resolvía con un par de sangrías si los niveles se desequilibraban en los análisis de sangre.

 

            Así que me colocaron unos cascos en las orejas, me introdujeron en el tubo y me sometieron a ejercicios respiratorios amenizados por sonidos impropios de un centro de salud (mental). Más bien parecían salidos de una edición del Monoloco-Fest. Antes, me había tenido que medio desnudar -quédese solo con los calzoncillos y los calcetines: ¡qué imagen!- y me preguntaron si tenía algún tipo de tatuaje, piercing o restos de metralla. Me sentí humillado al confesar que no, que nada de eso, que soy un ser de otro mundo, un clásico venido a menos. También me colocaron una vía en vena por si las moscas, que luego, finalizada la prueba y extraído del tubo crepuscular, sangró lo que quiso a causa del anticoagulante que me han recetado. Esto no es por el hierro, sino por la mala circulación, aunque todo tenga que ver con la sangre y sus derivas. La autodeterminación de la sangre, que es lo que nos ocurre en general a todos: los cuerpos van por un lado y nosotros por otro. O algo así.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 13 julio 2025

domingo, 6 de julio de 2025

Indemnización

            En medio de la confusión general y del maremágnum informativo, una de las razones de ser de una columna periodística es llevar al primer plano algunas noticias que se nos pasan desapercibidas, llamar la atención sobre ellas y comentarlas en lo posible. Por ejemplo, eso de que el Consejo de Europa haya fallado que la indemnización por despido no es suficientemente elevada ni disuasoria en España. En suma, no se protege debidamente a las personas empleadas porque nuestro sistema de despido no cumple con la Carta Social Europea. Mucho más sencillo: ese sistema no alivia el daño causado por un despido.


            Esta resolución, que habrá de formalizarse, es un eslabón más en la cadena de tópicos que caen acerca de nuestro mundo laboral. Ni la subida del salario mínimo genera desempleo, ni los contratos indefinidos atentan contra la competitividad, ni las pensiones son un monstruo económico. Todo depende más bien de si el aparato productivo está vivo o es un modelo zángano. Y en ello, una vez más, le cabe gran responsabilidad a la clase empresarial, con sus beneficios a cuestas, y a las administraciones públicas, con sus cálculos no siempre bien oxigenados. Desde luego, no es un problema de la clase trabajadora, tal y como una y otra vez se viene sentenciando y demostrando. Celebrémoslo, pues, sobre todo en este mundo salvaje en el que nos hemos instalado.


            Y reconozcamos que éste como otros progresos laborales recientes se debe a la iniciativa del primer sindicato de este país, el que mayor respaldo recibe de forma regular por parte del conjunto de trabajadores y trabajadoras, el que fue objeto en días pasados de la ironía ácida y gratuita de “La negrilla” en este mismo medio, jugando con aquello tan ñoño de Urdaci y las siglas. ¿Quién y cómo se indemniza por esa memez inmortal? Del mismo modo que el Consejo de Europa condena la impunidad empresarial, algo deberíamos concluir de forma adecuada acerca de la impunidad de quienes tenemos la fortuna de escribir y de que se nos lea.


Publicado en La Nueva Crónica, 6 julio 2025

domingo, 29 de junio de 2025

Palabrerío

            El palabrerío, que es la degradación de la palabrería, que es la degradación de la charlatanería inútil, que es la degradación definitiva de la palabra, forma parte sustancial del estruendo de esta época y lo abona. Sin llegar a detenernos en la baba de barras y terrazas de bares, donde si pones la oreja lo más probable es que se te pudra, tanto da que nos fijemos en la frivolidad sobre el salario mínimo en boca de Feijoo que en unos obispos y en el presidente de CEOE de Castilla y León clamando por elecciones que en los diálogos sucios de los corruptos que en el silencio atroz de los corruptores que en los exabruptos del emperador atómico que en las sandeces siempre malintencionadas de Aznar que en la jerga mediática que lo envuelve todo. El palabrerío es un ruido más, tan estrepitoso como las 14 bombas de más de 13.000 kilos arrojadas sobre Irán, una sinfonía desafinada, un hablar por hablar, un griterío, un cacareo, una algarabía ensordecedora. En definitiva, como sucede con los bombardeos, también mata el palabrerío, mata neuronas, o es ejemplo de neuronas muertas o ladinamente mal empleadas.


            Frente al palabrerío sólo se levanta la expresión recta y, un poco más allá, la poesía. Su demanda y su cultivo en estos tiempos pueden parecer algo iluso o utópico, pero ¿desde cuándo las utopías están mal vistas? ¿cuánto hace que perdimos la ilusión? Sobre esas dos negaciones y sobre el menosprecio del lenguaje se yergue, en cambio, la labia y la mentira que nos abruman como la sombra de esos aviones murciélago sobrevolando el sur de Teherán con su carga mortífera. No nos dedicamos a enriquecer uranio, pero nada nos libra de la onda expansiva de un proyectil garrulo. Por eso importa tanto militar en la infantería del buen hablar, es absolutamente imprescindible así para sobrevivir como para abrigarse con otros en pro de la razón y contra los grandes palabreros. Leamos poesía, escuchémosla recitar, entretengámonos en los versos procedentes de un paraíso perdido o no tanto.


Publicado en La Nueva Crónica, 30 junio 2025

domingo, 22 de junio de 2025

Segunda

            Hace un mes, el equipo de fútbol de la ciudad donde vivo ascendió a segunda división. Hubo festejos por ello, un gran reggaetón de masas, y el alcalde dijo algo que me llevó a pensar, algo así como que ésta, la segunda, era la división que corresponde a nuestra ciudad. Así que le seguí la pista en los días siguientes para entender, si era posible, a qué se estaba refiriendo con tal afirmación.


            Me lo encontré primero en un concurso de tortilla de patatas que tuvo como marco incomparable una plaza de toros. Después, casi me di de bruces con él, acompañado por una banda de trompetas y tambores, cuando colocaban un monolito en la plaza, glorieta, rotonda o lo que sea que hay cerca de casa para homenajear con su nombre a la cofradía del Santo Cristo del Perdón. Otra mañana, también con sonido de trompetas y tambores, andaba metido en convertir en hijos adoptivos de la ciudad donde vivo a los alumnos de la Academia Básica del Aire, que, por cierto, tiene su sede en el municipio de Valverde de la Virgen. Pensé que me lo iba a encontrar en el pregón inaugural de la Feria del Libro, que se celebró por esas fechas, pero no fue así. Envió a una concejala. Tampoco estuvo en la rueda de prensa que sirvió para presentar esa cosa menor. Por el contrario, confío en que sí haya estado presente ayer en el pregón de las fiestas locales, faltaría más, del que se habrá encargado casualmente la Cultural y Deportiva Leonesa.


            No obstante todo lo anterior, celebro que el alcalde haya entregado la insignia de oro de la ciudad donde vivo al fotoperiodista Mauricio Peña. Repasadas las noticias locales desde el dichoso ascenso futbolístico, creo que es la única referencia en la que ha estado, tal y como declaró, a la altura de la segunda división. Podríamos concluir, además, que es el único acto con el que se ha honrado de verdad la primera parte del nombre del equipo de fútbol de la ciudad. Todo lo cual nos confirma que, en materia cultural oficial, no hemos conseguido todavía el deseado ascenso.


Publicado en La Nueva Crónica, 22 junio 2025

jueves, 19 de junio de 2025

ANTONIO MONEGAL: Como el aire que respiramos


EL AUTOR

 

            Antonio Monegal es catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad Pompeu Fabra. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona, se doctoró en Harvard en 1989 y ejerció la docencia en Cornell University. En 2004 comisarió, junto con Francesc Torres y José María Ridao, la exposición En guerra en el CCCB. Es autor de los libros Luis Buñuel de la literatura al cine (1993) y En los límites de la diferencia. Poesía e imagen en las vanguardias hispánicas (1998), editor de obras de García Lorca y coordinador de Política y (po)ética de las imágenes de guerra (2007). En 2023 ganó el Premio Nacional de Ensayo por Como el aire que respiramos (Acantilado, 2022) y en 2025 ha sido designado comisario de ‘España País Invitado de Honor’ en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2025.

 

EL LIBRO

 

            ¿Qué es y para qué sirve la cultura? Más allá de definiciones simplistas e inveteradas que hacen de ella el mero producto intelectual y artístico de la elite o la manifestación de la humanidad en sentido antropológico, este ensayo pone el foco en la dimensión colectiva de los fenómenos culturales, es decir, en la relevancia social que, con independencia de consideraciones personales, nos involucra a todos, pues ¿qué sentido tiene si no nos ayuda a pensar y hacer posible un mundo mejor? Mediante un diálogo con las principales obras de referencia en la materia, Monegal interpreta la cultura como actividad intrínsecamente política e indisoluble de nuestro lugar y nuestra intervención en el mundo, pero sobre todo como bien común de primera necesidad para enfrentarnos a los retos de la existencia.

 

EL TEXTO

 

            “Los que nos dedicamos a las artes y las humanidades cultivamos un saber más o menos antiguo, polvoriento, prendas de ropa y retales en desuso para ver si, con algunos retoques y alteraciones, combinando elementos diversos, podamos volver a ponerlo de moda, producir nuevas indumentarias que puedan servir para vestirnos hoy, porque seguimos desnudos frente al mundo”.



domingo, 15 de junio de 2025

Rodrigo

            Ha fallecido Rodrigo González González, Rodri, trabajador de la Universidad de León, un ser comprometido con todas las causas justas, amigo de cuantos le hemos estimado y cascarrabias de profesión. Le recordaremos y perdurará en nosotros mientras nosotros perduremos.


            La pérdida de Rodri no es menor para la institución donde trabajó durante tantos años. Es una parte más de la memoria que se pierde y que nunca acaba de ser contada acerca de aquel momento fundacional de la universidad leonesa. Desaparecieron ya otras piezas importantes para reconstruir aquel relato, un par de rectores, varios profesores e incluso algún alumno en ejercicio en aquellos años. Sólo quedan las actas frías y notariales, pero se desvanece la intrahistoria que nunca se escribe. A mí mismo se me nublan los recuerdos de entonces y necesitaría contrastarlos con los de otros que pasaban por allí para confirmar su veracidad o no. Con Rodri ya no podrá ser. Ni con Andrés Suárez ni con Justino Burgos ni con Hilario Franco, entre otros. Y mira tú que habría cosas que contar. Cómo fueron aquellas primeras elecciones a Rector, por ejemplo, cuando hubo que enfrentarse a un veterinario militar que presidía la Gestora derivada de la Universidad de Oviedo. Cómo fue el asentamiento del campus y qué intereses económicos hubo detrás de esa decisión. Qué alianzas se establecieron entonces para equilibrar el poder natural de la Facultad de Veterinaria. Son cuestiones que siguen en el aire y que nunca se han querido esclarecer.


            En todos esos asuntos y en otros no precisamente universitarios anduvo Rodri metido, porque era él hombre de meterse en asuntos, de no ponerse de lado, de expresar su pensamiento sin ambages, a pesar de que su acracia le llevara a veces a parecer habitante exclusivo de su propio mundo. No era tal, nunca regateó esfuerzos para unirse con otros. No quedan muchos miembros de esa estirpe. Quizá por ello su muerte nos resulta más dolorosa, en cierto modo morimos con él, aunque eso no fuese de su gusto.


Publicado en La Nueva Crónica, 15 junio 2025

domingo, 8 de junio de 2025

Dulzor

            Dulzor, dulzor, dulzor… Así reza un verso del poema final del libro Tixtos de Melibea que, recitado por su autor, Luis Federico Martínez, llenaba el aire de suavidad y de deleite. Era, es, un poema de amor. Quizá sean esos, el amor y la poesía, los últimos refugios para la dulzura.

 

            Siendo más prosaicos, sin entrar necesariamente en lo mucho amargo que reina a sus anchas, lo dulce se persigue o se condena. En nombre de la salud, se hace desde la medicina. En nombre de la economía, se hace desde ciertas multinacionales. En el primer caso, el azúcar enferma. En el segundo, el azúcar no es rentable. En ambos casos, se anuncian limitaciones y es muy dudoso que el verso de cabecera cupiese en el catálogo de lo correcto en uno y otro ámbito. En el de la salud desde luego que no. Y en el de la empresa que acaba de anunciar el cierre de una de sus azucareras no parece nada oportuno. En suma, queda la poesía.

 

            Dulce y lejana voz por mi gastada, escribió García Lorca. Dulce el fuego de amor, dulce la pena, sentenció Fernando de Herrera. Dulce es la sombra donde todos se unen en una cita universal de amor, consideraba César Vallejo. ¡Oh, quién te amara, dulce vida mía, como mereces tú que yo te amara!, confesaba Lope de Vega. La dulce boca que a gustar convida, describía Luis de Góngora. De este amor infinito que me vuelve dulce y hermosa, firmaba Alfonsina Storni… Todo un inventario de dulzores inapropiados para este tiempo.

 

            Un tiempo este en el que, poemas aparte, conviene tener muy presente la memoria inmaterial de esas factorías monstruosas donde se molturaba la remolacha. Escuchar a sus obreros rememorar su historia, sus luchas y sus conquistas laborales es casi un manual poético para enfrentar el porvenir adverso. Recomendamos en tal sentido el documental “Castilla y León, un legado obrero” realizado por la Fundación Jesús Pereda de Comisiones Obreras. Se encuentra en su web y es muy útil para conocer mejor ese y otros sectores que fueron, son, tan nutritivos como la poesía.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 8 junio 2025

viernes, 6 de junio de 2025

ALEJANDRO ÁLVAREZ: No era imposible

EL AUTOR

 

            Alejandro Álvarez ha sido profesor en varios institutos de Asturias. Ha publicado, entre otros, los libros Educación y sindicalismo de clase. El Sindicato de CCOO de Enseñanza de Asturias (2009) y El médico que no quería morir (Vida y muerte de Lodario Gavela Yáñez) (2017).

 

EL LIBRO

 

            En No era imposible. Crónica del conflicto laboral en Duro Felguera 1989-1999 se relata el largo e intenso enfrentamiento de los trabajadores de la empresa asturiana Duro Felguera frente a su empresa a causa del despido de 232 empleados de la misma, planteando una resistencia sin desmayo desde 1993 hasta 1999 y logrando el triunfo de sus reivindicaciones al alcanzar finalmente una solución para todos los despedidos. Fue un conflicto laboral extraordinario que incluyó, entre otras acciones, una marcha a pie a Oviedo, otra en bicicleta a Madrid, una huelga de hambre de cinco trabajadores durante 52 días, un encierro de 318 días en la torre de la catedral de Oviedo y otro de 75 días en el Ayuntamiento de Langreo. Fue un ejemplo de lucha en defensa de los derechos laborales y los puestos de trabajo como pocos ha habido en la historia de España y de Europa.

 

EL TEXTO

 

            “…para recordar, satisfechos, que hubo un tiempo en que le echaron un pulso a una gran empresa, la Duro, y al Gobierno asturiano, y, en buena medida, les torcieron el brazo y se ganaron el derecho a una vejez digna y llena de recuerdos que los llenan de orgullo”.

 


domingo, 1 de junio de 2025

Cárceles

            La repetida mención a asuntos carcelarios en todo tipo de medios de comunicación confirma que las cárceles forman parte importante del decorado de esta edad histórica. Siempre han estado ahí, pero veníamos de un tiempo de supuesta bonanza, se hablaba menos de ello y, además, los establecimientos penitenciarios habían evolucionado a mejor. No en todas partes, ciertamente, y quizá sólo en apariencia. Pero la actual y dictada necesidad de seguridad, la difusión del caos exagerado como paisaje cotidiano y, con toda probabilidad, la multiplicación de formas de delincuencia, han situado las cárceles y sus miserias en primera página. Tanto da que se encargue de ello el señor imperial con sus películas de Alcatraz, que lo haga Bukele con sus campos de concentración salvadoreños o, más recientemente, Macron con sus ideas de resucitar el modelo Papillon, es decir, la construcción de presidios de alta seguridad en la Guayana. Aun con todo eso y más, la cárcel por antonomasia en estos momentos se llama Gaza.


            Frente a todo ese despliegue penal, sólo cabe oponer, para respirar, las cárceles de amor poéticas, esto es, cuanto la literatura es capaz de ofrecernos para pensar el mundo de otro modo, ya que el mundo parece más bien poseído por el odio. Con ese título, Cárcel de amor, firmó Diego de San Pedro una novela sentimental en 1492, donde narraba la historia de amor entre Leriano y Laureola, entreverada evidentemente por el sufrir amoroso, la manipulación y la honra. El mismo título le dio a su libro de poemas Amalia Bautista en 1962. O, en fin, yendo mucho más allá y rizando el rizo, por qué no apurar la imagen anticarcelaria y detenernos en La destrucción o el amor, de Vicente Aleixandre, que es adonde queríamos llegar. Pensando al menos que se trata de una disyuntiva donde hay que elegir y tomar decisiones para situarse frente a la realidad, sin entrar necesariamente en la mística sentimental del poeta. Siendo seres corrientes sin más, aunque con un poco más de humanidad.


Publicado en La Nueva Crónica, 1 junio 2025

jueves, 29 de mayo de 2025

MANUEL GONZÁLEZ: La huelga más larga

EL AUTOR

 

            Manuel González es periodista. Ha trabajado en diversos medios de comunicación: Liberación, Mundo Obrero, El Nuevo Lunes y El País, donde fue presidente del Comité de Empresa por Comisiones Obreras. Actualmente, colabora en Mundo Obrero.

 

EL LIBRO

 

            La huelga más larga relata la huelga de los trabajadores de la mina de sulfatos que la empresa Crimidesa tenía (y tiene) en la localidad burgalesa de Cerezo de Río Tirón, donde buena parte de los empleos del pueblo dependían de ella. A causa de la ruptura por parte de la empresa del acuerdo verbal que existía con el Comité para el convenio colectivo se generó un conflicto que duró 290 días y que desembocó en una marcha sobre Madrid para pedir la mediación del Gobierno. Fue a principios de los años 80 del pasado siglo, hace 45 años. Como ha explicado el autor del libro, el enconamiento que desembocó en la larga duración del conflicto fue también el resultado no previsto ni deseado, al que se vieron abocados los trabajadores por intereses que iban más allá de la mina y de Cerezo de Río Tirón. El año 1980 fue un año de fuertes conflictos, había también convocadas elecciones sindicales y la CEOE creyó tener la ocasión de dar una lección a Comisiones Obreras en las espaldas de unos cien trabajadores que en principio no iban a estar en condiciones de aguantar más de unas semanas de presión.

 

EL TEXTO

 

            “Pienso que a la ejemplar luchas de estos mineros probablemente le debamos el haber disfrutado de algunas mejoras laborales el resto de los trabajadores de España”.



domingo, 25 de mayo de 2025

Francia

            Regresé a Francia esta semana. Nunca he dejado de hacerlo desde que, a los once años, en el inicio de aquello que se llamó Bachillerato Elemental, la asignatura de francés nos descubrió que había un mundo más allá de las vías del tren y más allá del Bernesga, más allá del barrio. El barrio había sido el universo hasta esa fecha, un universo infantil naturalmente, pero enfrentarse de pronto a otra lengua, a otras costumbres y a otras melodías se convirtió en un rito de pasaje entre aquella infancia afortunadamente perdida y lo que habría de llegar, lo que estaba llegando. Fuimos, por tanto, adolescentes afrancesados y nunca hemos abandonado esa devoción hasta esta madurez que tiende al decaimiento.

 

Ese largo paseo francés tuvo sus estaciones principales y secundarias, sus estímulos y sus adicciones. Recordemos, justo es hacerlo, la figura controvertida de un profesor que influyó notablemente en aquellas generaciones de estudiantes palurdos, don Waldo Merino, así, con don, pocos lo han merecido tanto. Luego se sucedieron las amistades que han tendido a permanecer y ahí siguen a pesar de la distancia y de los años: Christine Aranda, Christophe Dubois, Julie Lébert… Y, por supuesto, los fervores inmarchitables del cine, de la literatura, de la música: Rohmer, Camus, Gainsbourg… Así hasta conformar un universo nuevo y muy diferente al del barrio, donde no obstante aún resido, como resido así mismo en la cultura francesa un tanto apolillada.

 

Regrese a Francia, a la ciudad de Tours en concreto, donde fuimos felices más de una vez. Allí, a orillas del Loira, en abril de 2017, en su universidad, un grupo de leoneses fuimos acogidos con cariño para presentar la revista de poesía Fake: Eloísa Otero, Carlos Pérez-Alfaro, Miguel Escanciano, Irune Vidal, Marisa del Riego, Cova Villegas, Ildefonso Rodríguez y Víctor M. Díez sentamos cátedra poética, podría decirse, para compensar en cierto modo cuanto desde ese otro lado de la frontera nos había llegado a lo largo de la vida. Se recuerda.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 25 mayo 2025

domingo, 18 de mayo de 2025

Benazir

            La tensión bélica renacida entre Pakistán y la India nos devuelven al presente las figuras de Benazir Bhutto y de Indira Gandhi. Habrá quien las recuerde y habrá quien las descubra ahora a la luz de las crónicas periodísticas del momento, corto es nuestro conocimiento y cortas suelen ser nuestras memorias en general. Podremos todos, en cualquier caso, valorar el hecho de que dos países tan invadidos por sus religiones, conservadoras por definición, colocaran al frente de sus gobiernos a dos mujeres en tiempos que nos resultan remotos: Indira en 1966 primero y en 1980 después y Benazir en 1988 por primera vez y en 1993 por segunda. Hinduismo e islamismo a la vanguardia. Curiosamente, sucedió también por aquellas lejanas fechas con el judaísmo, que colocó a Golda Meir como primera ministra de Israel en 1969. Cabe preguntarse, pues, qué sucedía entonces con la serie de países occidentales de corte cristiana, tan civilizados y tan modernos todos ellos. Poca cosa, casi como ahora, apenas una Margaret Thatcher, que fue primera ministra del Reino Unido en 1979. Sáquense en consecuencia las conclusiones que se quiera, con toda probabilidad no serán alentadoras para quienes habitamos en el ombligo del mundo.

 

            Benazir fue una figura notable en todos los sentidos, aunque sus gobiernos fueron efímeros, siempre hostigada desde todos los ángulos de aquella sociedad paquistaní, acusada de corrupción, obligada al exilio y asesinada finalmente en un atentado en diciembre de 2007. Tenía ella, quizá fue la primera, el estigma de la mujer joven que triunfa en política y, en cierto sentido, se nos presenta como antecedente de quienes gobernaron, muchos años después, Finlandia y Nueva Zelanda, Sanna Marin y Jacinda Arden, así mismo juzgadas por la opinión pública hasta el delirio. También de eso se puede sacar conclusiones. Benazir, además, parecía nacida de una leyenda árabe, de un cuento de las mil y una noches o de un relato bereber. Incluso su solo nombre era todo un poema, Benazir.

 

Publicado en La Nueva Crónica, 18 mayo 2025